LA PIEDRA ROTA



Tal como anunciabamos ayer, nos gustaría recordar al valiente Christopher Tolkien, el último de los Inkling, fallecido recientemente tras toda una vida siendo el guardián y fiel albacea de la Tierra Media.

Sin su gran aportación a la obra de su padre, J.R.R. Tolkien, jamás podríamos haber disfrutado al completo de todo el mundo de su autor en “El Silmarillion”, libro reunido, ordenado y editado por su hijo en el año 1977.

Por ello hoy, y como fiel homenaje y agradecimiento a su figura en el mundo de la literatura, queremos compartir con vosotros algo muy especial para nosotros.
Tal y como otras bandas a las que admiramos y que han influenciado a Hadadanza, como Mägo de Oz o Saurom, han hecho en su momento, nosotros quisimos dotar a nuestro primer trabajo MAGIA de una gran carga conceptual, y por ello dimos inicio al relato de una aventura fantástica, la cual seguirá en este nuevo disco y a la que en esta segunda parte le damos un humilde y cariñoso cierre.

Así que sin más dilación aquí nuestro regalo para todos vosotros y vosotras trovadores, la introducción a esta segunda parte, la introducción a JUGLAR. Esperamos que disfrutéis de la narración y que os haga volar muy lejos, al mundo de HADADANZA:

El amanecer se abría paso como una sinfonía ensordecedora de colores, y apenas los primeros rayos de luz comenzaban a tintar los verdes campos de aquel lugar oculto, cuando de pronto la voz nerviosa de un joven sacudió la llanura como una llamarada que se adentraba entre la arboleda, con la velocidad de un caudal de aguas desbocadas: -¡Sintael! ¡Sintael! -Llamaba a voces aquel joven.
El anciano, de larga barba cana, dormido sobre su tocón se despertó de golpe envuelto entre mariposas y levantó la vista quejumbroso bajo su sombrero lleno de telarañas: -Que, que…¿Que ocurre Eren? ¿Porque tantos gritos niño? -Contestó con voz malhumorada y ronca.
-¡Sintael! ¡La piedra rota, está bramando! -Decía mientras hacía aspavientos con los brazos.
-¿Que está bramando? -bufó el viejo de manera incrédula-. No digas tonterías, si estuviera bramando significaría…-Sintael calló por un segundo. -No, no, eso no puede ser… -El anciano se levantó apoyándose en su bastón de piedra, se agachó hacia Eren y poniendo tembloroso una mano sobre el hombro de su mensajero le miró fijamente con los ojos muy abiertos y dijo con voz nerviosa:

-Elban, niño, avisa al Padre Sauce, Elban debe ser despertado, corre ¡Ve!
Eren tomó aliento y salió corriendo a toda prisa a lo profundo del bosque.

Sintael se quedó de pie muy callado, y sintió como un viento muy fino le recorría de la cabeza a los pies y escapaba silbando entre la hierba, tal como una magia ancestral y cristalina.
Tras unos segundos sonrió, y sacudiendo su pipa contra el tronco de un árbol murmuró para sí mismo: -La profecía, el momento ha llegado, maldito juglar loco, ¿En verdad la has encontrado?


Lidrienne fue quien primero escuchó como el tenue susurro del viento le traía la respiración entrecortada de Eren, al cual podía ver como en la lejanía, ya cansado de correr, empezaba a aminorar el paso, hasta parar por completo y caer sentado en la hierba intentando recuperar el aliento. Fue en ese momento cuando el cuervo salió volando a su encuentro y rápidamente se presentó ante el joven. Este al verlo posarse en la rama de un árbol no pudo contener su sorpresa, y le habló:
-¡Lidrienne! Menos mal que estás aquí, por favor tienes que ayudarme. -El cuervo, con plumaje más oscuro que la propia noche en el abismo, ladeó su cabeza y graznó sutilmente.
-Por favor, tienes que volar lo mas rápido que puedas y despertar al Padre Sauce, la piedra rota está bramando. -Lidrienne, al escuchar esto alzó el vuelo como un torbellino de luces apagadas y Eren se quedó tan atrás que parecía como si nunca se hubieran encontrado.


El cuervo dejó atrás el bosque y ascendió a la montaña mas alta de aquel lugar, hasta casi fundirse en las mareas del cielo, y a través de una grieta se adentro en el corazón de la tierra. Avanzó rozando sus alas con las paredes hasta llegar a un claro escondido en su interior, donde bajo una cúpula de hojas rojas y rodeado de agua, el árbol más antiguo de todos los que se conocían se erguía bajo el mundo. Antes de tocar el suelo, un humo denso transformó al pájaro en una bella joven de cabello verdoso, con la piel más blanca que cualquier luna y los ojos de un rojo más intenso que todos los fuegos.
Avanzó con paso decidido y poniendo un puño sobre las raíces de aquel árbol, derramó unas palabras en rezo profundo, tanto como las entrañas de aquella gruta:
¡Erotiona albende dambus liber! ¡Elban renitio talis! ¡Elban! Su voz se extendió por aquella gruta, y acariciando el tronco de aquel misterioso árbol, este contestó entre murmullos unas palabras cada vez más fuertes: –Lanis milo fenistio ¡Elban mina!
Todo quedó en silencio, hasta que un eco habló.
-Lidrienne, hija mía, ¿Porque me has despertado? -Un remolino de hojas hizo aparecer a un hombre envuelto en raíces, una triste tempestad cabalgaba en sus ojos, su cabello y efigie brillaban furiosas.
-Padre, la piedra rota, está gritando el nombre – dijo la joven.
-¿Quién te dijo? ¿Quién te contó?, se que tu no lo oíste, ¿Cómo te dijo que la piedra se manifestó? preguntó el espíritu con altivez.
-Eren, padre, el chico dijo que la piedra estaba bramando y vine lo más rápido que pude.
-¿Bramando dices? – Elban se mostró pensativo y dijo -La chica está aquí, Becainiel la encontró. Lidrienne susurró con asombro:

-Becainiel, el hijo del bosque – y en sus ojos la nostalgia de un leve recuerdo empañó su rostro. -El juglar del viento, el destino de Caleidros. – dijo Elban, y una explosión de júbilo se adueño de la sonrisa de Lidrienne. Elban percibió ese sentimiento como el temblor más brillante del firmamento. -Así es hija, tu hermano ha regresado, y trae consigo la salvación.



Si queréis saber más sobre esta historia podréis encontrarla al completo en nuestro nuevo disco JUGLAR. Confiamos en que su final os sorprenderá.